martes, 7 de julio de 2009

Las elecciones intermedias en México del 2009

De nueva cuenta los comicios efectuados el 5 de julio de 2009 en México (conocidos como elecciones intermedias porque no está en juego la Presidencia de la República) han dado fe de lo desfasado del sistema político mexicano: por un lado corren en un carril independiente los partidos políticos y el grupo de gerentes que los administran, sólo atentos a sus intereses y de sus asociados; mientras que por otra vía se despeña el pueblo trabajador, la sociedad civil, las agrupaciones independientes y no gubernamentales.
El único sector que crece cada elección es el abstencionismo, conformado por una sociedad convencida de la corrupción en que se halla inmersa la autodenominada "clase política". En esta ocasión, al abstencionismo se sumó una nueva faceta del mismo: el de la anulación de la boleta electoral. Una manera de ejercer el voto para demostrar el desprecio hacia los políticos y los partidos.
Más del 60 por ciento de quienes estamos inscritos en el padrón electoral nominal, cuya cifra rebasa los 77.5 millones de electores, de los que casi el 56 por ciento son jóvenes, no les interesa participar en un sistema político que no es representativo, pues nunca se les consultó para nominar a los candidatos a los puestos de elección popular. Esa decisión la tomaron los grupos mafiosos incrustados en las cúpulas de los diferentes partidos, con la pretensión de que sean avalados con el voto popular.
Los resultados están a la vista. Los mexicanos no creemos en ese sistema aunque machaconamente, con el apoyo de los medios masivos de comunicación lo califiquen de "democrático".
Tampoco la institución creada por el Salinato (régimen de Carlos Salinas de Gortari), el Instituto Federal Electoral, tiene la confianza ciudadana, ya que es sólo el instrumento de las cúpulas partidistas para avalar sus trastupijes.
Existe la posibilidad de que las nuevas generaciones de ciudadanos, un poco más avispados, se organicen en agrupaciones políticas y sociales ajenas a los partidos e impulsen el referendum, el plebiscito, las candidaturas independientes, la rendición de cuentas y ataquen el sistema de impunidad que es la argamasa del actual sistema político mexicano.
Ojalá se avance en esta dirección en los próximos 50 años, apenas un instante en la historia de los pueblos.