jueves, 15 de noviembre de 2012

IZAPA, LA DEUDA HISTÓRICA



Gracias a la propaganda sobre el 21-12-12 (veintiuno de diciembre de 2012), grupos milenaristas de diversas orientaciones y basados en interpretaciones silvestres del Nuevo Testamento, añoran un “fin del mundo”, cualquiera que les autentifique su creencia para morir tranquilos. La fecha maya de fin de ciclo es lo suficientemente enigmática para todos.
La expectación que existe en la actualidad sobre la zona arqueológica de Rosario-Izapa, en el municipio de Tuxtla Chico, se debe al debate que sostienen grupos mágico-religiosos sobre el fin del mundo y el momento de nuestro “arrepentimiento”, entendido como sumisión total a un poder divino.
Otra versión del suceso es la de los ciclos en la cuenta de los antiguos y nada mejor para aprovechar el momento y realizar “renacimientos espirituales”.  Muy al margen aparece la otra mirada, la científica.
Para el alcalde tuxtlachiquense, el doctor Mario Humberto Solís Hernández, el asunto es “hacer bulla, llamar la atención” y crear oportunidades de negocio “en beneficio de la región”, afirmó a Raíces.
Se muestra escéptico respecto del apoyo que pueda dar la instancia correspondiente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para mejorar el empuje empresarial en esta oportunidad, debido al ancestral desinterés que ha mostrado hacia esta región arqueológica.
A fin de “rescatar a Izapa” de ese olvido, Solís Hernández apoya el Patronato Izapa de Tuxtla Chico 2012, el cual prepara diferentes actividades artísticas y culturales para que los visitantes cuenten con más opciones. Por cierto, el alcalde informa que el municipio no puede utilizar sencillamente “Izapa 2012”, porque ésta es ya “una marca registrada por un particular”.
Por su parte, el diputado local por el XXIV distrito, con sede en Cacahoatán, Diego Valera Fuentes, también los está apoyando, afirmó el alcalde Solís Hernández, ya que durante una de las primeras sesiones del periodo ordinario de esta LXV Legislatura, pidió el apoyo del Congreso local para impulsar proyectos en esta zona. Pero la solicitud sólo es un conjunto de buenos deseos sin alguna propuesta concreta.
Sobra decir que los diputados chiapanecos que podrían ser escuchados en este tema son los federales, en conjunción con los senadores, pero al parecer el asunto no está en sus agendas exigir la atención del INAH sobre Izapa, ya que hasta la fecha ninguno de ellos ha subido a tribuna a exponer esta problemática.
La idea del “rescate” no es mala, si tomamos en cuenta que Izapa no se encuentra entre las prioridades  del INAH, de acuerdo con lo declarado por Emiliano Gallega Murrieta, delegado con sede en Tuxtla Gutiérrez, apenas el 29 de octubre: “La actividad de exploración se  reanudará el 2013,  una vez que este año se trabajó en templos, parroquias y monumentos históricos, inclusive cementerios”, expresó.
Además, dijo, “continúan los trabajos de restauración en los murales de la tumba descubierta en el edificio 20 de Palenque y las tareas de prospección se retomarán, como así lo permita la instalación de la planta burocrática del nuevo gobierno”. Izapa, como proyecto de investigación no está en los planes del Instituto.
Este funcionario declaró alguna vez, ante integrantes de la Coparmex-Tapachula,  que “la arqueología es cara” y la delegación en Chiapas sólo tuvo acceso este año a siete millones de pesos y esa precariedad no le permite pagar un velador ni mucho menos un arqueólogo investigador para el sitio.
Por su parte, el arqueólogo Horacio Olivares, nuevo administrador del Museo Regional del Soconusco y de Izapa (tomó posesión del cargo el primero de noviembre), dijo que su misión es continuar con el programa del INAH para esta región, o sean mantener la conservación de la zona arqueológica y dar a conocer “las diferentes colecciones con que cuenta el museo”. También, tiene instrucciones, dijo, de apoyar todo lo relacionado a la difusión del conocimiento que se tiene sobre el acontecimiento astronómico previsto por los mayas para el próximo 21 de diciembre.
El nuevo funcionario, originario del Estado de México, pero con más de seis años de trabajar en Chiapas en el área de investigación, fue removido a la administración en Soconusco y uno de sus objetivos es preparar proyectos para futuros trabajos en la zona de Izapa, pero todo dependerá de lo que decidan los nuevos funcionarios que arriben a los cargos de dirección del INAH, comentó Olivares.
Reconoce que Izapa ha estado rezagada en los trabajos de investigación debido a los problemas de tenencia de la tierra y será hasta el año próximo cuando se atienda este problema pero, por lo delicado del tema, considera que será un trámite largo, ya que existen alrededor de 60 propietarios con terrenos de cultivo y, en algunos casos, no está claro quién o quiénes son los auténticos herederos de esos terrenos.
Desinterés histórico
Pero la deuda que tiene el INAH con Soconusco, y en particular con Izapa, es histórica -se le comenta al funcionario-, ya que lo hecho hasta hoy se ha debido a coyunturas políticas, a voluntades de funcionarios o políticos ocasionales y no a programas de largo aliento como los de Palenque, Chichén Itzá y otros.
“En efecto, pero gracias a la atención que sobre el sitio ha provocado el hallazgo del 21-12-12, el Instituto tiene contemplado iniciar la elaboración de proyectos de investigación y, en su momento, ejecutarlos”, responde Olivares. A ello se debe que como administrador en Soconusco el INAH haya nombrado a un arqueólogo con experiencia en investigación, aunque por el momento no se contemple fecha alguna para iniciar los estudios.
Esta estrategia del INAH es congruente con lo declarado por el delegado Gallega Murrieta, al reconocer que, "por la falta de recursos, no se cuenta con arqueólogo adscrito específicamente para trabajar la zona de Izapa, padecemos de un proyecto de investigación para la zona de Izapa; no tengo recursos, no tengo una plaza para contratar un arqueólogo". Entonces, así se explica la remoción de un burócrata, como el anterior administrador, el profesor Rafael Pérez Hernández, cuya gestión osciló entra lo gris y lo francamente oscuro, y colocan ahora a un auténtico arqueólogo-investigador, pero restringido a labores de oficina.
La importancia de la zona de Izapa es relativa, consideran los especialistas. Quizá su máxima atracción arqueológica y paleontológica es ser uno de los sitios más antiguos de la costa, en la que se observa la presencia de las culturas olmeca, maya, teotihuacana y quiché. También es, al parecer, el único lugar donde hay un registro astronómico sobre la alineación de los planetas y que se denomina “cuenta del ciclo largo”, y que los antiguos consideraban el fin de una era y el inicio de otra, pero nada que ver con visiones apocalípticas.
Esto es sólo una especulación, sin bases prospectivas, puesto que de las aproximadamente 250 hectáreas que conforman lo que algunos denominan “el polígono”, sólo 125 han sido inspeccionadas por el INAH desde la existencia de esta entidad (de 1939 a la fecha) y, de ellas, sólo 3.75 hectáreas, el tres por ciento, están a la vista.
El pretexto
El INAH, a través de Gallega Murrieta, ha dicho que su desinterés se debe a la “incertidumbre legal” de los terrenos donde se localiza la zona arqueológica, y que incluso por ello la Secretaría de Comunicaciones y Transportes detuvo la ampliación de la carretera de cuatro carriles hacia frontera Talismán.
Pero el argumento es frágil, ya que también ha reconocido públicamente que: “El problema de la adquisición de estos terrenos no es el precio de las propiedades”, ya que dinero hay para comprarlas, sino que no saben con quién negociar las adquisiciones.
Parece ignorar que cuando el gobierno federal, o el INAH en este caso, considera que es de interés público, para bien del Estado y de la nación, existe el proceso de la expropiación, en casos como esos salen a la luz los auténticos propietarios.
Gallaga Murrieta consideró que el gobierno federal no puede avanzar en el aprovechamiento de este centro turístico debido al número de comuneros que se posesionaron de las tierras desde hace 50 años, cuando no existían normativas que protegieran los vestigios arqueológicos. El colmo de la irresponsabilidad del  INAH se expresa en las palabras de su delegado, al culpar a los aparentes dueños  y cuidadores de Izapa de no abrir las ruinas al público los lunes y martes, evitando que los turistas que arriban en los cruceros conozcan el lugar. Ello contradice la disposición federal de que el Instituto está a cargo del polígono.
Ese argumento resulta falaz, porque el interés nacional prevalece sobre el particular, como debería ocurrir en este caso, sobre todo si el problema no es el de las indemnizaciones. El tema se torna sospechoso, puesto que al parecer se espera que grupos corporativos transnacionales y varios nacionales hagan ofertas de inversión turística en la zona y, hasta entonces, el gobierno federal destrabaría los procesos burocráticos que impiden ese desarrollo.
Entre tanto, es la sociedad civil, representada por empresarios locales, prestadores de servicios, algunas organizaciones no gubernamentales, las que, ante la apatía oficial, se organizan como pueden para ofrecer las mejores condiciones al turismo nacional y extranjero que se espera arribe por esas fechas a la región, estimulando de alguna manera la economía, la cual se encuentra en una grave depresión en el sureste mexicano, y en general en el país, debido a las malas políticas gubernamentales, tanto del ámbito federal como estatal, al favorecer los grandes capitales foráneos y dejar de lado a los locales y regionales.
Todo parece indicar que habrá que esperar otro “ciclo largo”, para que las instituciones federales volteen hacia Izapa en algún momento, y desde luego, si sobrevive el Instituto Nacional de Antropología e Historia al desmantelamiento que de manera intensa ha realizado el Poder Ejecutivo durante los recientes doce años. 

Digresiones sobre el amor y otras mitologías


                                                                                No, no existe el amor, es tan sólo una fábula…
Éxito de César Costa
 de los años 60.

Comenzar con una pregunta no es siempre correcto, pero las circunstancias lo ameritan luego de transcurrida la  primera década de este siglo XXI: ¿Por qué los medios de comunicación masivos (radio, televisión, prensa impresa o digital), dan espacio preferente a los temas llamados “del corazón”,  donde imponen criterios de lo que debe o debería ser el “amor” que venden.
Los ejemplos palmarios son las  telenovelas, las comedias rancheras, las películas rosas (nacionales o extranjeras), la música y canciones, además de la radio comercial orientada a explotar la sensiblería.
Conviene recordar que el concepto entendido en la actualidad como “amor”, es un invento reciente en la historia de la Humanidad, al que algunos estudiosos lo ubican a fines de la Edad Media o principios del Renacimiento, y lo denominan amor cortesano, del cual hay evidencias desde finales del Imperio Romano (400-480).
Nos referimos exclusivamente a Occidente, pues en Oriente la idea sobre lo amoroso tiene otra historia. Nada es de generación espontánea. Del tema, ya los clásicos griegos, Platón entre ellos, hacían bella retórica.
De acuerdo con el filósofo y catedrático de la UNAM, Edgar Morales Flores sobre los orígenes del concepto moderno de “amor”, los explica de este modo:
“El problema de las definiciones en filosofía no es que se carezca de ellas, es que nos enfrentamos a la abundancia de las mismas; esto mismo se aplica al concepto de amor, hay casi tantas definiciones del mismo como filósofos han existido. Sin embargo, yo diría que, en este caso, se pueden reducir a dos principales núcleos semánticos: Eros y Ágape.”
Apunta que el mito es válido para la filosofía occidental, por alimentarse históricamente de dos fuentes culturales básicas: el  pensamiento clásico grecolatino y la matriz judeocristiana.
Las principales discusiones de los griegos alrededor del amor –dice Morales– se centraron en el tema erótico, es decir, en los afectos que partían del impulso hacia los cuerpos bellos, un impulso natural, y lo llevaban al ámbito de lo divino.
De dónde viene
Desde el Australopithecus (hace aproximadamente cuatro millones de años) hasta la aparición del Homo sapiens (entre 40 mil a 50 mil años antes de nuestra Era) la preservación de la especie se rigió mediante la ley de la manada: el macho alfa ejercía su derecho de pernada con las hembras del clan.
Luego, con el desarrollo de la vida sedentaria y la aparición de la agricultura, la invención del matrimonio tuvo razones estrictamente económicas y de alianzas guerreras. Lo que ahora entendemos como “sentimiento platónico” no tenía cabida en la idiosincrasia de aquellas sociedades.
La maestra Ikram Antaki (1948-2000), en la serie de temas que publicó bajo el título de El banquete de Platón, reproduce lo que consigna  este filósofo griego sobre el tema en palabras de Aristófanes:
La naturaleza humana era antaño muy diferente de lo que es hoy. Primero, no había dos sexos, masculino y femenino, sino tres; el tercero participando de los otros dos. No tiene nombre hoy porque ha desaparecido, pero entonces era el andrógino… Zeus dijo: voy a dividir en dos a cada uno. Zeus procede a la división. Cada uno de nosotros sólo es una fracción de un ser humano; de uno solo se hicieron dos y cada uno no cesa de buscar su fracción complementaria. Todos aquellos que tienen una parte del ser mixto que se llamaba andrógino, aman a las mujeres si son hombres y a los hombres si son mujeres. Las mujeres que son parte de las mujeres primitivas no gustan de los hombres y los hombres que son parte del macho primitivo persiguen a los hombres.  
Morales, por su parte, acota: “Así tenemos, por ejemplo, a Platón, para quien el amor es el producto de una tensión entre la abundancia y la necesidad, de ahí su plenitud pero también su carencia: el amor es análogo al deseo que busca completar su satisfacción, pero cuya dinámica existencial es terriblemente agotadora por el proceso de búsqueda que supone”.
Pero el uso que hace Platón de las palabras “amor” y “alma” en su Banquete, es sospechoso, para no calificarlo de tendencioso.
“Por otro lado, la noción cristiana de ágape refiere más bien al ámbito de la gracia divina, su modelo es la plenitud y perfección del amor de Dios hacia los hombres, amor inmerecido que se otorga sin condiciones a quien incluso lo desprecia, el patetismo propio de esta noción cristiana tiene su precisa iconografía en la crucifixión del hijo de Dios, sangrando por su insensato amor a los hombres. Estas son las dos fuentes que rigen las principales acepciones del amor en Occidente, la noción ascendente de Eros, demasiado humana, estética y extática, y la noción de Ágape, divina, perfecta, compasiva y ética”, precisa Morales.
Se podría considerar que esta es la raíz para manipular la idea original del amor: un deseo que busca su satisfacción y en ella imprime sus huellas existenciales, dolorosas o placenteras. Un invento terrible, pero eficaz, como los dragones.
Amor es…
¿A qué se debe que un reducido grupo de poder nos quiera adoctrinar de manera particular sobre la orientación de los sentimientos básicos de nuestra especie?
Los antecedentes podemos rastrearlos desde el Concilio de Elvira (entre 314-324), cuando se dictan 81 cánones, todos disciplinarios,  para “restaurar” los principios del catolicismo. Entre los temas destacan los relativos al celibato del clero, la institución de las vírgenes consagradas, referencias al uso de imágenes, a las relaciones con paganos, judíos y herejes, reglas sobre el matrimonio, bautismo, ayuno, excomunión, enterramiento, usura, vigilias o cumplimiento de la obligación de asistir a misa. Todo ello apenas transcurridos pocos años del Edicto de Milán, firmado por los emperadores romanos Constantino I y Licinio (Occidente y Oriente, respectivamente), en el que toleran a la secta cristiana.
Poco después, en 325, en Nicea, Constantino da estatuto de legitimidad a la Iglesia Cristiana, y ya en el lecho de muerte acepta ser bautizado. Desde antes que Constantino se aliara con los cristianos para fortalecer su imperio ya decadente, la Iglesia Católica inició la imposición, por todos los medios, de lo que ellos consideraban “moral”.
En todos esos siglos nunca se mencionó la palabra amor para referirse a las relaciones sexuales, sino a una sencilla satisfacción de los deseos placenteros. No era elemento a considerar para la realización de matrimonios, alianzas o concubinatos, puesto que el origen de éstos era estrictamente económico, reproductivo y de acumulación de poder, ya fuera bélico, político o eclesiástico.
La conducta de los antiguos jerarcas no parece diferir de la de los actuales, controladores además de los grandes medios de comunicación. Con los avances tecnológicos de nuestra época, los grupos de poder económico, político y eclesiásticos, continúan diciéndonos cómo debemos nacer, amar, formar familia, sufrir, gozar y morir.
Sin embargo, algo se les escapa de control. ¿Se debe acaso a lo que algunos llaman “condición humana”, para hacer referencia a la rebeldía y la curiosidad?
Ni siquiera Platón parece llegar a un acuerdo definitivo en lo tocante a las implicaciones existenciales de “lo erótico”, por ejemplo, en el Banquete defiende la autosatisfacción socrática, capaz de desprenderse de toda afección que pudiera desfigurar la belleza del alma. En cambio en otro de sus diálogos (Fedro), defiende la noción del rapto erótico que implica una serie de desfiguros patéticos para “el alma”: desasosiego, dolor, locura.
Mala fe o subversión 
Es cierto que, en la actualidad, es raro que alguien plantee la pregunta de por qué debemos aceptar un modelo de vida con menos de dos mil años de vigencia, contra los más de 40 mil de constante desarrollo de las civilizaciones de la Humanidad. Todo imperio tiene ciclos, quizá el del Cristianismo, en todas sus modalidades, comienza a entrar en decadencia.
La paradoja aparece cuando los grupos hegemónicos y oligárquicos, hacen suyas las estrategias vaticanas para implantar los arquetipos, en sus medios masivos, de lo que debe ser el amor, sus diferentes manifestaciones, y quiénes merecen gozarlo o sufrirlo. El asunto parece nimio, pero en realidad es la base de la educación de una sociedad, en este caso de consumo y desperdicio, lo cual sólo favorece a un sector, el que está en la punta de la pirámide social.
Buscar la respuesta a preguntas específicas sobre la programación y contenidos de las televisoras, de las películas, de los programas de radio y de los espectáculos, que se centran en las banalidades del sentimentalismo, deja expuestos los motivos manipuladores de esos corporativos y sus alianzas político-religiosas. Promover la subcultura del narco, por ejemplo, mediante bandas gruperas y vestimenta a tono, mientras se desgarran las vestiduras en los noticieros por la violencia que genera ese sector económico, resulta hipócrita.
Esto ha llevado a lo que los especialistas llaman ahora “desintegración del tejido social”, que en países como México tiene repercusiones profundas. Desde otra perspectiva, dada la decadencia cultural de Occidente, esa desintegración no es otra cosa que regresar a los orígenes: la formación de clanes, tribus, comunidades aisladas, sectas de todo tipo, para satisfacer el instinto natural del hombre, el de la protección de la manada, la satisfacción de sus deseos básicos y la del rechazo a lo diferente. Subvertir el orden impuesto es la reacción.
El amor, el alma y el espíritu, conceptos encapsulados en el corazón, son tan insustanciales como, cielo, infierno y purgatorio, pero inciden en el centro de las emociones.
La manipulación de ideas indemostrables sólo es posible ante la ignorancia de los muchos y el conocimiento de pocos. Por ello no debe extrañar que los grupos del poder impidan una educación integral, frenen la buena lectura e impulsen aquella sólo para identificar marcas de productos, además de evitar la educación emocional, la cual da elementos para enfrentar agresiones de este tipo.