jueves, 27 de agosto de 2009

Erotismo con piel de acero

Yvonne Domenge,
una escultora cósmica

La intuición es ciega; la inteligencia le presta los ojos.
Benedetto Croce.


“Mi escultura es erótica”, pues se refiere a “la intensidad de la vida, puesto que el Eros es la vida misma”, define a su obra de modo contundente la escultora mexicana Yvonne Domenge, actualmente una de las artistas más importantes y exitosas tanto en nuestro país como a nivel internacional.
Sus más recientes trabajos se encuentran en la exposición denominada Procesos, en el Centro Cultural del México Contemporáneo, en el Distrito Federal y representó a su país en la bienal de Vancouver, Canadá, además de que su obra se encuentra diseminada literalmente por todo el mundo, en los museos y galerías desde Japón a España y desde Alaska hasta Colombia.
La artista es congruente con la definición de su obra. Ella misma, como muchos críticos y galeristas la han calificado, es un personaje muy sensual, cálido y espontáneo. La elegante sencillez que emana de sí misma, también se manifiesta en su taller-estudio, al surponiente de la ciudad de México. La sobriedad del lugar contrasta con la intensidad del trabajo que allí desarrolla. El espacio es insuficiente para contener trozos de madera, bloques de mármol o retacería de placas de acero.
“Mi escultura es erótica porque ensalza la vida, la armonía, la belleza, lo envolvente, pertenecer al cosmos y creo que dentro del erotismo está la sensualidad”, explica.
Acepta no saber si esa característica de su obra “sea prolongación de mi propia feminidad o de mi deseo de que los sentidos formen parte del encuentro (que alguien tenga) con mi escultura, eso no lo sé decir. Si es inconsciente es porque tenemos sentimientos muy profundos, muy íntimos, que son el vehículo de una voz que no conocemos muy bien y que se ha transmitido en todas mis piezas”, y está convencida que es una manera de decirle al mundo: esta escultura es el espejo de lo bello que tú también eres, tú, espectador, así eres de bello, tú eres parte de la belleza, tú eres parte del amor. “Yo nunca hablo del tanatos”, apunta.
Luego de un lapso de siete años de no presentar una exposición del tamaño e importancia de Procesos, la maestra Domenge se encuentra muy entusiasmada por la gran aceptación que ha tenido no sólo entre la crítica especializada, sino entre los coleccionistas y galeristas tanto nacionales como extranjeros.
Algo que distingue esta muestra es que también presenta los vehículos que Domenge utiliza para concretar una escultura, los cuales van desde dibujos, acuarelas, diarios personales y hasta los moldes.
Reconoce que se encuentra sorprendida, puesto que los moldes, una vez expuestos, “resultan que son tan bellos como las propias esculturas”, según le han expresado los críticos.

Si algún coleccionista le ofreciera comprarle algún molde, ¿lo vendería?

“Creo que no, pues aunque para mí es bello y tiene su propio lugar, es un medio para hacer mi próxima escultura, ya que la mayoría son hechos de madera doblada o en acero punteado nada más”.
Sobre el concepto en el que basa su trabajo, la artista explica que para ella la escultura es un medio para cambiar el estado de conciencia, un medio para “tocar fragmentos del alma, algo personal” que imprime a su obra.
Para lograr ese objetivo, Domenge considera fundamental tener plena conciencia de que pertenecemos al macro y el microcosmos. Precisa que “en el microcosmos estamos construidos con estructuras moleculares, muchas de ellas esféricas, pentagonales, nuestro ser así está hecho: pero también somos parte de un universo, que también tiene esferas, y nosotros estamos en medio, somos parte del macro y del microcosmos. No nos podemos zafar, nosotros lo hacemos, somos parte del todo de esa unidad. Lo siento profundamente y lo que yo hago tiene una gran resonancia en el cosmos, tanto un acto de bondad como uno de desprecio o de maldad. Todo eso tiene una repercusión porque también somos parte de un mundo espiritual”.

Se nota cierta influencia del budismo zen, ¿está usted familiarizada con esa corriente?

“Sí. Estudié mucho tiempo el budismo zen, el taoísmo. Hubo una época en mi obra que hice muchos mandalas como soportes de meditación, los soportes tridimensionales. Los templos budistas me encantan, el mandala fue para mí tan importante como el paso que tuve hacia los laberintos, que son occidentales, también para formar estados de conciencia”.
La maestra Domenge se considera una persona muy espiritual, pero advierte que no es religiosa.
“¿Y sabe por qué? Porque me siento parte del Todo. Cuando estoy entre la muchedumbre pienso que todos somos iguales, no distingo en que si uno es chino o de otra nacionalidad, no, son humanos iguales que yo, tenemos necesidades, carencias y naturalezas compartidas”.
Al sentirse parte del Todo, se le plantea a la artista cómo resuelve el inevitable dilema arte-política, a lo que responde de inmediato que es “desgraciadamente apolítica”.

Disculpe, maestra, ésa ya es una posición política.

“Sí, es una posición. Somos seres políticos, puesto que formamos parte de una sociedad y no podemos negar que tenemos ideas y nuestras propias convicciones. Pero si usted me preguntara por cuál partido político me inclino, respondería que estoy a favor del bien de la comunidad, me importa mucho la comunidad y la comunidad no es comunidad, es la comunidad. Por ejemplo, la comunidad de la ciudad se conforma de varios barrios, que integra varios niveles socio-políticos y económicos, eso para mí tiene un gran valor”.
La escultora ilustra su concepto con el trabajo que hizo con muchachos de la colonia Buenos Aires de la ciudad de México, a quienes se ha encasillado como posibles integrantes de bandas de delincuentes dedicadas al asalto y robo de autopartes. A un grupo de esos jóvenes le ha dado talleres y han construido esculturas con restos de autopartes que hoy se pueden apreciar en los camellones de esa zona urbana.

¿Continúa con ellos?

“Siguen viniendo a dibujar, hacemos cosas juntos, he ayudado a algunos muchachos a entrar a escuelas de arte, a La Esmeralda, por ejemplo, tengo contacto cercanísimo con ellos.
“También estoy trabajando con una comunidad en Chimalhuacán, que son talladores de piedra, ayudándoles a hacer diseños, a vender sus piezas, a trabajar con otros clientes. Otra cosa social que hice fue cuando el huracán Mitch azotó Mérida, Yucatán. Recogí los árboles caídos y organicé un gran concurso nacional de talla para escultores y artesanos, con quin era alcaldesa en ese entonces, Rosa Payán; y los premios sirvieron para recuperar sus casas”.
Otro de los rasgos destacados de la escultora es que ha trabajado desde lo efímero, como el hielo, hasta materiales de diversas consistencias, como la resina, la cera, la madera, la piedra o el acero. Por ello, ante el avance de las nuevas tecnologías se le plantea si ya está lista para realizar esculturas virtuales.
La maestra entiende perfectamente esta herramienta tecnológica, puesto que ha tenido becarios que diseñan en el ciberespacio, pero precisa que eso no es para ella, ya que, “para mí, tocar es una manera de comunicarme con el mundo, no sólo con la escultura, sino con los materiales, con la gente, con la piel que amo. Yo siempre voy a ser escultora en el sentido clásico, pienso en tercera dimensión, desde que amanece hasta cuando me voy a dormir”.
Y es de nuevo, en este punto, que la epidermis de la artista resplandece en toda su sensualidad al hacer la relación entre la piel y el acero, uno de sus materiales favoritos.

“El acero es importante para mí porque es la posibilidad de pensar en la piel, lo que envuelve un corpus. Siempre he sido una escultora que quita materia, tallo madera, yeso, en fin. Cuando empecé a trabajar con el acero pensaba en qué es lo que envuelve ese espacio, porque para mí contenía espacios negativos que estaban cubiertos por esa piel", lejos del mensaje postivo que buscaba.
“Me fascinó comenzar a pensar en la envoltura. Recuerdo muy bien mis primeros años de escultora, cuando resolvía la figura humana en su estructura, su posición y movimiento en el alambrón. Le ponía un poco de barro como piel que envolvía esa actitud y no resolvía nada" enla búsqueda de ese mensaje de vida plena.
“Cuando pasé al acero era lo mismo, nada estaba resuelto, el metal era la envoltura valiosa de un espacio negativo. Entonces comencé a conocer las características del acero: inoxidable, al carbón, incluso los calibres. Yo uso calibres muy gruesos porque no me gusta que el acero tenga ondulaciones, me gusta que la perfección sea parte de la belleza del material
“El acero es precioso, pero si quiero hacer una superficie impecable, no le puedo poner un calibre muy delgado, que se ondule a la hora que estoy soldando. Por eso mis obras pesan tanto. El acero tiene una presencia hermosa en cuanto a líneas que no están quebradas, cordones corridos perfectos, eso para mí es importante.

Maestra, ¿qué mensaje le daría a sus conciudadanos, a los mexicanos en estas horas tan angustiosas que vive el país?

“Les diría que por más que gocemos o suframos, pues eso es parte del diario vivir, de los tropiezos que tengamos, de las experiencias que tenemos para aprender, que no hay que abandonarnos nunca nosotros mismos, porque somos parte de la belleza de una Creación”.

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