Gracias a la
propaganda sobre el 21-12-12 (veintiuno de diciembre de 2012), grupos
milenaristas de diversas orientaciones y basados en interpretaciones silvestres
del Nuevo Testamento, añoran un “fin del mundo”, cualquiera que les
autentifique su creencia para morir tranquilos. La fecha maya de fin de ciclo es
lo suficientemente enigmática para todos.
La expectación que
existe en la actualidad sobre la zona arqueológica de Rosario-Izapa, en el
municipio de Tuxtla Chico, se debe al debate que sostienen grupos
mágico-religiosos sobre el fin del mundo y el momento de nuestro
“arrepentimiento”, entendido como sumisión total a un poder divino.
Otra versión del
suceso es la de los ciclos en la cuenta de los antiguos y nada mejor para aprovechar
el momento y realizar “renacimientos espirituales”. Muy al margen aparece la otra mirada, la
científica.
Para el alcalde
tuxtlachiquense, el doctor Mario Humberto Solís Hernández, el asunto es “hacer
bulla, llamar la atención” y crear oportunidades de negocio “en beneficio de la
región”, afirmó a Raíces.
Se muestra escéptico
respecto del apoyo que pueda dar la instancia correspondiente, el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), para mejorar el empuje empresarial
en esta oportunidad, debido al ancestral desinterés que ha mostrado hacia esta región
arqueológica.
A fin de “rescatar a
Izapa” de ese olvido, Solís Hernández apoya el Patronato Izapa de Tuxtla Chico
2012, el cual prepara diferentes actividades artísticas y culturales para que
los visitantes cuenten con más opciones. Por cierto, el alcalde informa que el
municipio no puede utilizar sencillamente “Izapa 2012”, porque ésta es ya “una
marca registrada por un particular”.
Por su parte, el
diputado local por el XXIV distrito, con sede en Cacahoatán, Diego Valera
Fuentes, también los está apoyando, afirmó el alcalde Solís Hernández, ya que
durante una de las primeras sesiones del periodo ordinario de esta LXV
Legislatura, pidió el apoyo del Congreso local para impulsar proyectos en esta
zona. Pero la solicitud sólo es un conjunto de buenos deseos sin alguna
propuesta concreta.
Sobra decir que los
diputados chiapanecos que podrían ser escuchados en este tema son los
federales, en conjunción con los senadores, pero al parecer el asunto no está
en sus agendas exigir la atención del INAH sobre Izapa, ya que hasta la fecha
ninguno de ellos ha subido a tribuna a exponer esta problemática.
La idea del “rescate”
no es mala, si tomamos en cuenta que Izapa no se encuentra entre las
prioridades del INAH, de acuerdo con lo
declarado por Emiliano Gallega Murrieta, delegado con sede en Tuxtla Gutiérrez,
apenas el 29 de octubre: “La actividad de exploración se reanudará el 2013, una vez que este año se trabajó en templos,
parroquias y monumentos históricos, inclusive cementerios”, expresó.
Además, dijo, “continúan
los trabajos de restauración en los murales de la tumba descubierta en el edificio
20 de Palenque y las tareas de prospección se retomarán, como así lo permita la
instalación de la planta burocrática del nuevo gobierno”. Izapa, como proyecto
de investigación no está en los planes del Instituto.
Este funcionario
declaró alguna vez, ante integrantes de la Coparmex-Tapachula, que “la arqueología es cara” y la delegación
en Chiapas sólo tuvo acceso este año a siete millones de pesos y esa
precariedad no le permite pagar un velador ni mucho menos un arqueólogo
investigador para el sitio.
Por su parte, el arqueólogo
Horacio Olivares, nuevo administrador del Museo Regional del Soconusco y de
Izapa (tomó posesión del cargo el primero de noviembre), dijo que su misión es
continuar con el programa del INAH para esta región, o sean mantener la
conservación de la zona arqueológica y dar a conocer “las diferentes
colecciones con que cuenta el museo”. También, tiene instrucciones, dijo, de
apoyar todo lo relacionado a la difusión del conocimiento que se tiene sobre el
acontecimiento astronómico previsto por los mayas para el próximo 21 de
diciembre.
El nuevo funcionario,
originario del Estado de México, pero con más de seis años de trabajar en
Chiapas en el área de investigación, fue removido a la administración en
Soconusco y uno de sus objetivos es preparar proyectos para futuros trabajos en
la zona de Izapa, pero todo dependerá de lo que decidan los nuevos funcionarios
que arriben a los cargos de dirección del INAH, comentó Olivares.
Reconoce que Izapa ha
estado rezagada en los trabajos de investigación debido a los problemas de
tenencia de la tierra y será hasta el año próximo cuando se atienda este
problema pero, por lo delicado del tema, considera que será un trámite largo,
ya que existen alrededor de 60 propietarios con terrenos de cultivo y, en
algunos casos, no está claro quién o quiénes son los auténticos herederos de
esos terrenos.
Desinterés histórico
Pero la deuda que
tiene el INAH con Soconusco, y en particular con Izapa, es histórica -se le
comenta al funcionario-, ya que lo hecho hasta hoy se ha debido a coyunturas
políticas, a voluntades de funcionarios o políticos ocasionales y no a
programas de largo aliento como los de Palenque, Chichén Itzá y otros.
“En efecto, pero
gracias a la atención que sobre el sitio ha provocado el hallazgo del 21-12-12,
el Instituto tiene contemplado iniciar la elaboración de proyectos de
investigación y, en su momento, ejecutarlos”, responde Olivares. A ello se debe
que como administrador en Soconusco el INAH haya nombrado a un arqueólogo con
experiencia en investigación, aunque por el momento no se contemple fecha
alguna para iniciar los estudios.
Esta estrategia del
INAH es congruente con lo declarado por el delegado Gallega Murrieta, al
reconocer que, "por la falta de recursos, no se cuenta con arqueólogo
adscrito específicamente para trabajar la zona de Izapa, padecemos de un
proyecto de investigación para la zona de Izapa; no tengo recursos, no tengo
una plaza para contratar un arqueólogo". Entonces, así se explica la
remoción de un burócrata, como el anterior administrador, el profesor Rafael
Pérez Hernández, cuya gestión osciló entra lo gris y lo francamente oscuro, y
colocan ahora a un auténtico arqueólogo-investigador, pero restringido a
labores de oficina.
La importancia de la
zona de Izapa es relativa, consideran los especialistas. Quizá su máxima
atracción arqueológica y paleontológica es ser uno de los sitios más antiguos
de la costa, en la que se observa la presencia de las culturas olmeca, maya, teotihuacana
y quiché. También es, al parecer, el único lugar donde hay un registro
astronómico sobre la alineación de los planetas y que se denomina “cuenta del
ciclo largo”, y que los antiguos consideraban el fin de una era y el inicio de
otra, pero nada que ver con visiones apocalípticas.
Esto es sólo una especulación,
sin bases prospectivas, puesto que de las aproximadamente 250 hectáreas que
conforman lo que algunos denominan “el polígono”, sólo 125 han sido
inspeccionadas por el INAH desde la existencia de esta entidad (de 1939 a la
fecha) y, de ellas, sólo 3.75 hectáreas, el tres por ciento, están a la vista.
El pretexto
El INAH, a través de
Gallega Murrieta, ha dicho que su desinterés se debe a la “incertidumbre legal”
de los terrenos donde se localiza la zona arqueológica, y que incluso por ello
la Secretaría de Comunicaciones y Transportes detuvo la ampliación de la carretera
de cuatro carriles hacia frontera Talismán.
Pero el argumento es
frágil, ya que también ha reconocido públicamente que: “El problema de la
adquisición de estos terrenos no es el precio de las propiedades”, ya que
dinero hay para comprarlas, sino que no saben con quién negociar las
adquisiciones.
Parece ignorar que
cuando el gobierno federal, o el INAH en este caso, considera que es de interés
público, para bien del Estado y de la nación, existe el proceso de la
expropiación, en casos como esos salen a la luz los auténticos propietarios.
Gallaga Murrieta consideró
que el gobierno federal no puede avanzar en el aprovechamiento de este centro
turístico debido al número de comuneros que se posesionaron de las tierras
desde hace 50 años, cuando no existían normativas que protegieran los vestigios
arqueológicos. El colmo de la irresponsabilidad del INAH se expresa en las palabras de su
delegado, al culpar a los aparentes dueños
y cuidadores de Izapa de no abrir las ruinas al público los lunes y
martes, evitando que los turistas que arriban en los cruceros conozcan el
lugar. Ello contradice la disposición federal de que el Instituto está a cargo
del polígono.
Ese argumento resulta
falaz, porque el interés nacional prevalece sobre el particular, como debería
ocurrir en este caso, sobre todo si el problema no es el de las
indemnizaciones. El tema se torna sospechoso, puesto que al parecer se espera
que grupos corporativos transnacionales y varios nacionales hagan ofertas de
inversión turística en la zona y, hasta entonces, el gobierno federal destrabaría
los procesos burocráticos que impiden ese desarrollo.
Entre tanto, es la
sociedad civil, representada por empresarios locales, prestadores de servicios,
algunas organizaciones no gubernamentales, las que, ante la apatía oficial, se
organizan como pueden para ofrecer las mejores condiciones al turismo nacional
y extranjero que se espera arribe por esas fechas a la región, estimulando de
alguna manera la economía, la cual se encuentra en una grave depresión en el sureste
mexicano, y en general en el país, debido a las malas políticas
gubernamentales, tanto del ámbito federal como estatal, al favorecer los
grandes capitales foráneos y dejar de lado a los locales y regionales.
Todo parece indicar
que habrá que esperar otro “ciclo largo”, para que las instituciones federales
volteen hacia Izapa en algún momento, y desde luego, si sobrevive el Instituto
Nacional de Antropología e Historia al desmantelamiento que de manera intensa
ha realizado el Poder Ejecutivo durante los recientes doce años.