martes, 27 de julio de 2010

Las posibles influencias de Monsiváis

Una vez pasada la euforia febril que provocó entre la gente la muerte del periodista y escritor Carlos Monsiváis, acaecida el 19 de junio, llevando a muchos al extremo de declararse “más papistas que el Papa”, bueno es buscar algunas de las influencias más inmediatas que tuvo, particularmente en su columna Por mi madre, bohemios.
Corría el año de 1965 cuando yo estudiaba el primer grado en la secundaria federal Constitución, la cual por cierto estrenaba el edificio donde ahora se encuentra. El profesor Filadelfo García (de grata memoria) nos pidió que escribiéramos un artículo para el periódico escolar que él coordinaba, y si la memoria no me falla, se llamaba La Antorcha.
Fue así como me puse revisar entre las publicaciones que habían en mi casa, que no eran muchas pero sí sustanciosas: Sucesos para todos, Siempre, Selecciones y el diario Excélsior, que se compraba por kilo para envolver abarrotes en la tienda familiar.
De inmediato me capturaron dos columnas de Excélsior, ambas por su estilo desenfadado y su humor cáustico: Perlas japonesas, firmada por Nikito Nipongo, y Temas del día, por Manuel Seyde, ésta en la sección deportiva. En Siempre me llamó la atención los estilos de Renato Leduc, con su Semana inglesa, y los artículos de José Alvarado.
La ingenuidad es la madre de todas las virtudes y vicisitudes. Supuse que podría hacer algo parecido para La Antorcha con un tema de actualidad en aquella época, la circunvalación a la Tierra por el ruso Yuri Gagarin. Con los datos que venían en el Sucesos dizque redacté la tarea. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la nota principal era la mía y de remate el maestro Filadelfo me felicitó delante de todos. Creo que allí nació mi vocación.
Valga la anécdota para señalar que no vi en Siempre la sección cultural que se hizo costumbre años después y que se llamaba La cultura en México, donde aparecía ya la columna de Monsiváis. Al parecer, Monsi la comenzó a escribir en 1958, en el suplemento que dirigía Fernando Benítez en Novedades, que se llamaba México en la cultura. Cuando por censura lo expulsaron de ese diario, José Pagés Llergo le dio cobijo a todo el equipo que elaboraba el suplemento.
Para entonces, Perlas japonesas y Temas del día ya eran una institución en el periodismo mexicano. Aunque de estilos diferentes, el común denominador de ambas era el sarcasmo. Nikito Nipongo, o sea, Raúl Prieto, seleccionaba las brutalidades idiomáticas y conceptuales expresadas durante la semana por los políticos del momento, que él llamaba “perlas”, haciéndolas pinole con ácido vitriólico. Por su parte Manuel Seyde comentaba los temas deportivos del día, pero fundamentalmente el futbol. Él fue quien bautizó a los integrantes de la selección nacional como “los ratones verdes”. Los comentarios de Seyde siempre movían a risa, pero por alguna extraña razón quedaba la sensación de que a pesar de burlarse de los “profesionales” del balón pie, en realidad estaba hablando de las ridiculeces de los políticos y sus partidos. La elegancia mordaz era su arma. Quizá no todos se percataban de ello, pues no olvidemos que vivimos en un país de analfabetos funcionales.
En su columna Raúl Prieto, luego de la cita de la “perla”, abría paréntesis para que sus múltiples alter egos participaran. Así conocimos a personajes como el abogado Patalarga, don Hechounperro, el doctor Keniké, Trinito Tolueno, la secre Macuca Toluca o la Bruja Lisco, entre otros, quienes señalaban los disparates gramaticales o falsedades en que incurrían los declarantes. Con Monsiváis, todos esos personajes, considero, se resumieron en la R. (esto es, la Redacción).
En 2005, con motivo del segundo aniversario de la muerte de Raúl Prieto, Elena Poniatowska escribió: “La obra de Nikito Nipongo abarca cuento, novela, crónica, ensayo y reportaje, en los que se burló de la ampulosidad, la demagogia y la venalidad y criticó con inteligencia y valentía a los funcionarios públicos. Su columna podría ser un antecedente de Por mi madre, bohemios, de Carlos Monsiváis y Alejandro Brito en La Jornada, aunque ellos fueran más benignos. Escogía lo mal dicho dentro de los discursos (que era casi todo) y -totalmente despiadado- señalaba pifias, contradicciones, falsedades o simples burradas”.
Raúl Prieto Río de la Loza(1919-2003) escribió 18 libros, entre el que destaca Madre Academia, donde despedaza la supuesta autoridad que tiene la Real Academia de la Lengua Española para “fijar y pulir” el idioma.
Manuel Seyde (1914-1994) escribió La fiesta del alarido, Las copas del mundo y Copa Mundial 1986, en los que nunca perdonó la mediocridad del futbol mexicano y la ausencia de políticas inteligentes para el deporte nacional.

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