martes, 16 de noviembre de 2010

Volando bajo III

Ciencia y tecnología no son temas populares en el ámbito chiapaneco y mucho menos en el Soconusco. Tapachula es un monumento viviente del divorcio que prevalece entre la sociedad y la academia.
Para consuelo de los tapachultecos, el desprecio a la educación y cultura no es un rasgo exclusivo de nosotros. Incluso en ciudades que presumen de contar con los mejores centros académicos, de investigación y culturales del país, como lo serían el Distrito Federal, Monterrey o Guadalajara, padecen el mismo síndrome, aunque de modo más disfrazado.
A los pocos que siempre nos ha preocupado esta situación, ya sea radicando aquí en el lar o lejos por necesidades profesionales, nunca hemos desistido de la idea ni de los empeños por comenzar a tender puentes sobre esos abismos. Tapachula, y la costa toda, merece mejores oportunidades.
En este yermo han comenzado a crecer algunas esperanzas. A diferencia de hace 20 o 30 años, ahora vemos hasta 18 instituciones de estudios superiores que comienzan a echar raíces en busca de aguas profundas que les permitan florecer y dar frutos jugosos a la región y al estado. Hasta ahora, dado las graves fallas estructurales de nuestra organización como nación, las cosechas son magras.
Por ello resulta de importancia vital el proyecto que intenta llevar a cabo el Instituto Tecnológico de Tapachula, gracias al entusiasmo que muestra su nuevo director, el Ing. Miguel del Cid y el grupo de ciudadanos que han conformado un grupo de vinculación entre la academia y las necesidades reales de desarrollo regional.
En ese contexto tuvo lugar, en días pasados, la llamada Caravana de Emprendedores, que promueve el gobierno federal por todo el país en el ámbito de las universidades. La intención, dicen, es enseñar a los futuros profesionales cómo desarrollar sus propias empresas para que no se frustren al salir de las aulas con sus flamantes títulos y no encuentren dónde aplicar sus conocimientos.
La idea, planteada así, parece buena, incluso genial. Pero dado que tengo memoria, esto me suena mucho al proyecto foxiano de “tele, changarro y vocho”. Como hasta ahora el panismo hecho gobierno no hace más que avanzar en el desmantelamiento del Estado nacional iniciado por el priismo neoliberal, este tipo de mecanismos que se anuncian como la solución al problema del crecimiento económico y combate al desempleo, parecen más un recurso para que los gobernantes eludan las responsabilidades políticas que asumieron al llegar a esos puestos de elección. El ejemplo más notorio de este esquema es la desaparición de Luz y Fuerza del Centro, junto con el Sindicato Mexicano de Electricistas, y la forma en que está diseñada la Comisión Federal de Electricidad: perfectamente concebida para que “truene” en poco tiempo, al igual que Petróleos Mexicanos.
Y como lo digo al principio, Tapachula es ejemplo vivo de esta desvinculación entre el conocimiento científico y su propia existencia. La tragedia que provocó el huracán Stan hace cinco años se ha venido repitiendo en diferentes lugares del país. Las noticias sobre estos hechos ya no nos sorprenden. Se han vuelto repetitivas. La clase política, irresponsable y cínica como siempre, ahora tiene de pretexto el cambio climático para eludir responsabilidades.
Pero la verdad, de acuerdo con investigadores y especialistas serios, es la total ausencia de planeación de las ciudades y los intereses perversos de quienes están en los diferentes niveles de la administración pública.
El catálogo de errores y malos manejos más documentado es la propia ciudad de México, donde la demagogia ha pretendido ser la argamasa que le dé sustento a la urbe. El fracaso es total.
Tapachula ha crecido bajo la misma consigna. No cuenta con un sistema de drenaje profundo, no tiene planeación vial, no hay recuperación ni tratamiento de aguas negras ni pluviales; la basura se acumula en cualquier parte, sin tener en cuenta que es fuente de riqueza y de energéticos baratos a largo plazo. La infraestructura para que esta ciudad sea sustentable dentro de 25 años ni siquiera está en los sueños de quienes se hacen pedazos por llegar al poder. En este horizonte el panorama es desolador.
La inteligencia, junto con la imaginación es la única salida. Por ello cobra relevancia el papel protagónico que se intenta darle al Tecnológico de Tapachula, con la participación y apoyo de otras instancias universitarias bien intencionadas, centros de investigación y asociaciones civiles de carácter altruista. Lo menos que podemos hacer los tapachultecos de honor, es apoyarlos.

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