domingo, 23 de septiembre de 2012

¡Tapachula en el filo de la navaja! (Entre el vicio y el fanatismo)



Ensayo de Óscar Sumuano/ Primera parte

Tapachula es una muestra muy elocuente de lo que acontece en muchos lugares de México y Latinoamérica. La simbiosis entre la ignorancia como política de Estado y la promoción del analfabetismo funcional, es una fórmula aplicada por los grandes poderes fácticos y grupos oligárquicos perversos que se mueven en este mundo “globalizado”.
Algo que llama la atención al visitante común, tanto nacional como extranjero, es el desaliño de una ciudad que, aparentemente, tiene buenos recursos. La imagen en conjunto de la ciudad y sus colonias, esparcidas por todo el municipio, es terriblemente desoladora. Caminos descuidados, calles maltrechas, basura por todas partes y un grave desorden urbano que genera “contaminación auditiva y visual”, que se expresa en un síndrome “valemadrista” del ciudadano.
De acuerdo con el modelo que escojamos para el análisis de ese síndrome, el resultado siempre sería el mismo: terrible.
En esta ocasión escojo el modelo social y trazo el primer eje: alcoholismo-drogas y fanatismo de amplio rango, desde religioso hasta deportivo.
De manera oficial no se puede obtener una estadística de cuántas cantinas, desde el tendajón hasta las más sofisticadas, hay en el municipio de Tapachula. Incluso en la ciudad se especula que hay alrededor de tres mil establecimientos, pero en concreto se ignora un número específico.
Es evidente, como señala el articulista de El Orbe, Gonzalo Egremy: “Las (malas) consecuencias sociales de miles de cantinas en Tapachula y la región, en donde no solo expenden y consumen bebidas alcohólicas, es demasiado grave. Atrás de la existencia (ilícita) de los millares de negocios de “giro rojo”, prevalece una serie de eslabones de una larga cadena de corrupción. En la misma participan “servidores públicos” de varias dependencias de los tres niveles de gobierno…”
Por su parte, el reportero Gerardo Flores, del Diario del Sur, advierte desde el 2010 “los llamados centros botaneros se expanden como plaga”. Además, agrega: “A diario se sabe de la apertura de nuevas cantinas y centros botaneros en la ciudad; los ciudadanos tapachultecos se quejan de la exagerada presencia de estos lugares que representan centros de perdición para jóvenes y adultos, ante lo cual el departamento de Alcoholes del Ayuntamiento, niega la expedición de nuevos permisos para lugares con este tipo de giro”.
En ninguno de ambos casos los periodistas se atreven a mencionar alguna cantidad específica, por la precaución de caer en una imprecisión. Sin embargo, el fenómeno está registrado.
¿A qué se debe este fenómeno social?
Una explicación puede buscarse en la estructura económica de la región. Desde hace menos de una década, Tapachula comenzó a registrar algunos destellos de actividad industrial. Alguna empresa en Puerto Chiapas, por allá una planta procesadora de agroproductos. Antes que eso, la desolación en ese rubro. No hay, como en la frontera norte, algún complejo de maquiladoras y factorías pequeñas y medianas que sea una opción real. Por consecuencia no hay un estrato “proletario” propiamente dicho, de obreros y obreras con diferentes grados de especialización.
Apenas en meses recientes, algunas instituciones de educación superior están dando impulso a las llamadas “incubadora de empresas”, a través de grupos de “vinculación” que no siempre funcionan apropiadamente.
En el sector de servicios turísticos se carece de una estructura y políticas de largo plazo. Los posibles sitios de interés para el turismo nacional e internacional se encuentran abandonados, debido a la falta de coordinación entre empresarios y autoridades federales y estatales.
Apenas en este nuevo sexenio, el Grupo Salinas TV-Azteca, se interesó en el tema y ya colocó como avanzada en el Congreso de la Unión, a uno más de sus elementos, el senador electo Luis Armando Melgar Bravo. Grupo Salinas ya tiene presencia empresarial en la entidad mediante sus tiendas Elektra, Banco Azteca, El estadio de futbol Luis Manuel Reyna, el equipo Jaguares de Chiapas, la Arena Metropolitana, entre otras modalidades operativas.
Luego entonces, la burocracia, el comercio formal y el informal, son las actividades que otorgan dinamismo a una frágil economía popular.
Ello explica el desaliento de grandes sectores de la población, tanto juvenil como de adultos, al no hallar un horizonte amplio para crecer como persona, ni profesional ni laboralmente. De pronto, el alcohol se convierte en un elemento que puede amodorrar o pasmar esa sensación de frustración.
La gran explosión demográfica que ha significado para la región la inmigración centroamericana, ha derivado en la creación de una estructura económica precarista.
La facilidad institucional que encuentra alguien que quiera poner un negocio con venta de alcohol son amplias, y las principales promotoras son la empresas licoreras y cerveceras. Ello en sí no es censurable, pues es una actividad comercial lícita. Lo malo estriba en la anarquía que prevalece en los criterios operativos.
Hace algunos meses (22 de marzo, 2011), de acuerdo con la Agencia Poderes, en una nota fechada en Tapachula, señala que “autoridades de la Secretaría de Salud, y de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, clausuraron este fin de semana bares cantinas y table dance en los municipios de Tapachula y San Cristóbal de las Casas, locales donde se ofrecen los servicios de prostitutas, a menudo originarias de Centroamérica”.
Continúa: “En los últimos días el gobierno del estado a través de instancias correspondientes ha detenido a más de 51 personas para que declaren ante un ministerio público por las presuntas responsabilidades en los delitos de lenocinio y trata, dijo un funcionario que pidió no ser mencionado.
“Los establecimientos que fueron clausurados en las últimas 48 horas por personal de operaciones sanitarias, la Secretaria de Seguridad Pública, y la Policía Ministerial Especializada en Tapachula son: El Zepelín, El Hoyazo, Las Morenitas, El Jacalito, El Jamaylu y El Marinero, en tanto que en San Cristóbal de las Casas, se catearon los burdeles, El Aguaje, El Aventurero, y El Brindis de la Texana”.
En el último tercio de este 2012, la situación es la misma, quizá tengan otra razón social o dirección diferente algunos de esos lugares, otros se habrán consolidado. Ahora, ¿remedió algo esa acción? Nada, sólo agravó la extorsión a los propietarios de esos negocios.
María Peters, corresponsal del diario hondureño El Heraldo publicó, en este septiembre de 2012, un amplio reportaje en cinco partes que intitula El camino a la nueva esclavitud de las inmigrantes hondureñas, en el que apunta:
“El río Suchiate es la puerta clave que atraviesan decenas de hondureñas que caen en las garras de la explotación sexual y laboral en México. Decenas de hondureñas han encontrado en Tapachula, Chiapas, su cárcel. Ellas son prácticamente esclavas sexuales, pues no pueden escapar de la explotación que sufren. Centros nocturnos como éste (foto de un lupanar de mala muerte) permanecen en constante vigilancia de las autoridades mexicanas. En este trayecto hay huellas de esperanza, ilusión y deseo de progreso. Sin embargo, muchas de esas historias se quedan en el camino. Tapachula es un fiel testigo.
“Una gran cantidad de estos ilusionados migrantes son mujeres que se quedan en los municipios fronterizos a trabajar en los bares, cantinas y centros nocturnos. Es un punto que carece de vigilancia policiaca, abierto a todo tipo de ilegalidad, por donde ingresan para ambos países diversos productos comestibles y de abarrotes de contrabando, drogas, armas e inmigrantes”.
De acuerdo con Peters, el Instituto Nacional de Migración (INM) regresó a sus países de origen a un total de 49,140 “sin papeles”, siendo 16,301 de Honduras, 25,013 de Guatemala, 7,236 de El Salvador y 590 de Nicaragua.
En su resumen estadístico, el Instituto Nacional de Migración reporta que en los primeros siete meses del año se han repatriado 15,505 migrantes hondureños; siendo el mes de marzo el que vio mayor número de deportados, con dos 2,854 personas, 1,612 caballeros y 242 damas.
El tema ha sido ampliamente cubierto por la prensa de todo tipo y sólo ha servido para que los medios de comunicación masivos, como la televisión, se premien a sí mismos por sus “grandes” reportajes. Pero hasta la fecha no se avizora solución alguna, pues nadie de los poderes, tanto de facto como gubernamentales, desea modificar la estructura económica de la región, puesto que implica desterrar la corrupción e impunidad. “Así todos ganamos”, diría un gobernante chiapaneco a sus allegados en una comida de “negocios”.
La economía que se ha generado en la región con base en el consumo de alcohol, ha consolidado actividades subyugadas a ese eje: el tráfico de drogas, lavado de dinero, prostitución, trata de personas, tráfico de infantes y muchas otras que fortalecen las economías negras de Salubridad, Migración, Aduanas, Ejército, Armada y las diversas policías de todos los niveles.
El desaliño de la ciudad de Tapachula va acorde con el grado de corrupción e ineficiencia  de los tres niveles de gobierno.
La otra adicción
¿Cómo enfrentar este grave deterioro social, que ha gangrenado el tejido social en países como México?
Socialmente, una opción sería una mejor y mayor educación integral. Pero al haber ausencia de buenas voluntades políticas del sistema hegemónico, las personas, las sociedades, buscan intuitivamente cómo enfrentar esos peligros.
Aquí es donde aparece el fanatismo. Hay de varias clases. En esta ocasión sólo me referiré a los masivos: las religiones y el futbol.
El pensamiento mágico religioso que arrastra desde la prehistoria el ser humano es un recurso que maneja de manera muy experta la religión. Las diferentes iglesias derivadas de la Biblia, te advierten de los graves peligros que corre el alma si no se unen a sus huestes para garantizar un sitio en un paraíso ultraterreno.
Como dentro de sus códigos se establece la satanización de los vicios, de las adicciones, muchos encuentran un modo de alejarse de esas prácticas. Pero también las Iglesias exigen sumisión, obediencia ciega, disciplina severa. Este es el terreno donde se mueve a gusto el fanático por antonomasia. So pretexto de llevar la exigencia al pie de la letra, llegan a extremos colindantes con actitudes antisociales y hasta criminales.
Al igual que un fanático religioso, el futbolero está dispuesto a sacrificarse por “su equipo”. Todo aquel que no sea de su secta (color de camiseta) es un non grato, alguien al que se puede ridiculizar, agredir o eliminar.
En Tapachula, al igual que las cantinas, bares, centros botaneros y tienditas, las iglesias, congregaciones, capillas, templos y una amplia gama de variaciones del tema cristiano, proliferan en la ciudad y sus colonias. Gobernación tampoco tiene un censo actualizado en este renglón.
En los parques, en los mercados, en las calles de las colonias, abundan los “predicadores” que se dicen autorizados por Dios para “predicar su palabra”. Y lo hacen en tono alto, agresivo, admonitorio, ciertos de que están en lo “justo”.
Desde luego que una sociedad que se autocalifica de laica para la sana convivencia de los diferentes credos, se ve agredida con esas conductas.
Para los grupos de poder real esta es una realidad que los favorece en sus intereses. Nadie se preocupará en serio por modificar su realidad. Unos enfrascados en el alcohol, otros preocupados por el triunfo de “su equipo” y los más, cegados por la luz metafísica.

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