viernes, 5 de febrero de 2010

Muchacha afgana en México


Por Betzabé Sumuano Duval

La he visto infinidad de veces. En el Metro, la escuela, el mercado, en un pueblo, en la ciudad. A veces va manejando su automóvil último modelo y otras a pie, recorriendo las calles. También en las cafeterías o comiendo en la calle; a donde voltee ahí está ella, a veces silenciosa, a veces ruidosa.
No tiene ojos verdes, generalmente sus ojos son obscuros, su piel va de blanca a morena, no usa velo, no cubre sus cabellos o su cuerpo como es la costumbre musulmana. Usa ropa "occidental", ya sea de moda o algo sencillo, también sabe leer, escribir y hacer cuentas, pero eso no la ayuda.
Se ha casado joven, adolescente es más preciso, tiene hijos, por regla general no trabaja, aunque hay excepciones. Su marido provee para ella como pueda, y como cualquier madre desea una vida mejor para sus hijos, mejor de la que ella tiene.
Es tradicionalista y sigue manteniendo vivos los viejos tabúes y prejuicios que le fueron inculcados en su infancia; pero censura o envidia a los que se han liberado de ellos, su idea de lo que es "femenino" y lo que es "masculino coarta la esperanza de una mejor vida para sus hijos.
Se somete a su esposo y a la vez lo somete a la tradición irracional. Ella puede salir de su casa sin la compañía masculina, pero prefiere no hacerlo, le gusta que la vean con Su Marido o con Su Novio.
Para su fortuna, nunca le han mutilado los genitales, nunca ha oído de la infibulación; nunca ha oído nada... no quiere oír nada.
Entonces, ¿quién es ella?
Somos nosotras, las mujeres mexicanas. Son los millones de mujeres adolescentes que se embarazan, son las mujeres que de manera religiosa se alimentan el alma únicamente de telenovelas, espectáculos decadentes sobre supuestos problemas y... más telenovelas.
¿Libros? Ni pensarlo, son caros, pero gastan millones anualmente en maquillaje y ropa de moda. Son adolescentes en cuerpos de diferententes edades. ¿Educarse, ir a la escuela? "¡Qué flojera, si no aprendo nada!"
Literalmente no sabe hacer nada, ni siquiera educar a los hijos. ¡Cómo hacerlo si ella misma no se educa! "Es culpa de mis padres, ellos no me dijeron nada."
Sabe leer, pero no lee. Puede aprender, pero no lo hace. Tiene libertad para pensar, pero le da flojera. Tiene poder para cambiar su vida, pero no lo ejerce. No usa velo, pero marcha a ciegas. Camina a la par del hombre, pero siempre se queda atrás.
NUNCA NOS MUTILARON EL CLÍTORIS, PERO NOS HEMOS MUTILADO EL ALMA.

Atentamente
Cuyuza

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